jueves, diciembre 28, 2006

Momento del año de hacer balances. Porqué sí, porque es así. Y porque cada tanto hay que hacerlos, supongo.

Uno siempre tiende a pensar que el año que pasó fue una mierda. Bah, especialmente cuando uno es una vieja y no tiene nada mejor que decir que "ojalá el año que viene sea mejor que este...", con un dejo de amargura. Bueno, para mi este año no fue una mierda. Ni mucho menos. Yo justamente, siempre arranco pensando lo contrario de la vieja. Pienso que qué bueno que fue este año. Y cuando me pongo a pensar, uff; me doy cuenta de que tal vez no fue tan bueno. 2006 fue, una vez pensado y repensado, el mejor desde hace mucho mucho tiempo, probablemente.

Este blog lo empecé hace relativamente poco. (Antes tenía otro, que duró también un par de meses y borré por un error estúpido. No estaba tan bueno tampoco -vamos, que este no es una joyita). El lector atento de las nimiedades que se van sumando día tras día en este blog, se dará cuenta de porqué este fue un gran año para mí. Dudo en ponerme a enumerar. Por lo pronto, puedo decir que en lo emocional/personal fue el mejor. Lejos. Salud: -10. En los últimos seis meses tuve dos visitas al médico o guardia de urgencias por mes, mínimo. Laboralmente fue mediocre. Económicamente bueno, pero me falta encontrar "eso" que me gusta. Y suelo darle tal vez más importancia de la que se merece.

Pero me quedo con el factor de "en-lo-personal". Y ahí no me puedo quejar. Con altibajos y todo, puedo decir que termino el año feliz. Ahora vendría toda una perorata hueca sobre lo que pienso sobre la felicidad, pero se las ahorro por su propio bien. Por lo pronto, nada más quiero decir que agradezco estar así de bien; que sí, que podría estar mejor. Y bueno, allá vamos.

viernes, diciembre 15, 2006


Ya se puede decir que Florencia Peña es una sex symbol:

Una persona entró a Este Blog tipeando en Google: "le doy a Moni Argento".


(Y ya van varios...)

lunes, diciembre 11, 2006

Cuando era chico, iba al colegio al turno tarde. Hice desde jardín a quinto año en el San Roque, en Villa Ortuzar. Hasta los 13 años tuve el privilegio de vivir enfrente de la escuela.

Como decía, fui a jardín, preescolar y toda mi primaria a la tarde. Después del colegio, a eso de las cinco, cinco y media, el mejor de los entretenimientos era ir a la plaza. Por mi barrio había (hay, y a eso va un poco el post) dos plazas. En ese momento las llamábamos (junto con mi madre y mi hermana melliza, compañeras en estas salidas) la Plaza Vieja y la Plaza Nueva. La Plaza Vieja ("25 de agosto", para la gente mayor que no sabe ponerle apodos a las plazas) quedaba a dos cuadras de casa; la Plaza Nueva, a siete. Obviamente nos gustaba más la Plaza Nueva, pero mamá nos llevaba siempre a la que quedaba más cerca. La Plaza Vieja tenía calesita, eso era bueno. Pero la Plaza Nueva tenía caños, rampas, y unos juegos rarísimos; además era más grande.

La Plaza Vieja fue remodelada por el gobierno de la Ciudad hace un tiempo. Conserva su cancha de bochas y su calesita. Está impecable. Hasta parece haber dejado de ser el reducto de los drogones del barrio, como supo ser.

La Plaza Nueva sigue el mismo camino. La Plaza Nueva queda en Alvarez Thomas y Elcano, a pasitos de las tangueras ocho esquinas (que yo las cuento y siempre me dan seis, pero bueno, se les dice así). Su nombre, gracias Google otra vez, es San Miguel de Garicoitz, y fue inaugurada en 1980 (contra 1925 de la Vieja, por lo que el apodo de "Plaza Nueva" era justo, hay que decirlo). Siempre fue rara; pretendidamente modernosa, supongo. Tenía unas estructuras de cemento que nunca entendí muy bien, y una fuente enorme que sólo un verano funcionó, que yo recuerde. El parque de juegos quedaba en el fondo, sobre la calle Delgado. En el medio de la plaza había una especie de zonas de descanso, con mesas, piso de baldosas, coronadas también por los mismos marcos de cemento.


De un día para el otro, la Plaza Nueva dejó de existir tal como la recordaba. La semana pasada paso con el auto y veo, con horror, montañas de piedras (piedras grandes, rocas diría), donde antes estaban las indescriptibles estructuras. Cualquier vecino de la zona puede entenderme. Tiraron abajo un símbolo del barrio. Un símbolo que había quedado fuera de moda después de un par de años de ser inaugurado, y que hoy por hoy era bastante antiestético. Pero era mi Plaza Nueva, y yo la quería así como era.

martes, diciembre 05, 2006

Cientoún palabras sigue en pie. Pasen y lean...



(Sí, es un auto-chivo, ¿y qué?)

viernes, diciembre 01, 2006

Hace unos días, un amigo soñó que me moría. Me lo dijo con culpa: lo llamé por una cuestión de trabajo (lo conozco de hace tiempo, y ahora se dio que estamos trabajando juntos), y él me lo confiesa antes de que yo le diga nada.

A la noche lo veo y me explica mejor su sueño. No sabe como me moría; eso es lo que más me intrigaba. Sólo se acordaba de que iba a mi funeral. Era en una playa hermosa –muy rara esa palabra en él- y había mucha gente. Incluso hizo un gesto con los brazos que parecía decir “colas y colas de gente”: tal vez yo imaginé ese significado, o tal vez todo el gesto. Todos lloraban. Mucho. Él también, me dijo.

Yo quería saber más, pero era todo lo que él recordaba.

Cuesta confesarlo pero, la verdad, sonó lindo.